Dreams and Desires: Family Ties

Un invitado llega a una boda con su mejor cara, su vestimenta más atractiva, su peinado más favorecedor, y casi invariablemente la abandona con la peor. En el mejor de los casos, alcoholizado, desarreglado y avergonzado. Esta es la paradoja de la boda, el lugar donde todos queremos vernos bien, pero donde se recompensa, de alguna forma retorcida, todo lo contrario.

El divertido “Dreams and Desires: Family Ties”, de la gran animadora de Birmingham Joanna Quinn ilustra de un forma ácida y tragicómica la clase media aspiracional británica como suele hacerlo, pero en esta ocasión escoge su peor escaparate: la celebración de una romántica y horrenda boda.

La entusiasta cámara de video amateur de la sensible y soñadora hermana de la novia nos lleva, con delirios de grandeza cinematográfica, desde los preparativos de la novia hasta la vergonzosa resaca, pasando por la ceremonia, el ramo, el baile y la tremenda borrachera con tragos de colores.

Este genial recurso narrativo, logrado digitalmente, se complementa perfectamente con el trazo libre animado de Quinn, de clara formación artística evidente en lo anatómico del dibujo, para contar vertiginosamente la horrible experiencia del evento. Al mismo tiempo, se expresa perfectamente el disfrute de los participantes en el rito, quienes no ven sus acciones como aspiracionales o aberrantes, sino como válidas, vigentes e intrínsecas. Siempre será más difícil juzgarse a uno mismo desde una distancia muy cercana.

Como ocurre en las bodas, todo acaba mal pero no tan mal. La vergüenza se olvida, la resaca se alivia, las manchas desaparecen. Lo que permance es la risa, el genial humor insensible e hiperbólico de Joanna Quinn, quien se burla de sí misma de forma muy honesta, hasta la exageración. A fin de cuentas, todos podemos reconocer(nos) personajes de la boda, pues se trata, en el fondo del viejísimo concepto de que algo es efectivamente cómico, simple y llanamente, porque es cierto.

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